Señales en la roca

Señales en la roca

Por qué hacer psicología para bruj@s y místic@s?

Por qué hacer psicología para bruj@s y místic@s?

Antes de comenzar con esta idea, estuve buscando en internet si existía algo parecido. Curiosamente sólo encontré algunos posts y eran relacionados con el arte y con algunas explicaciones sobre la relación entre la psicología con el feminismo (pues sí, a las mujeres constantemente nos han llamado brujas, entre otras cosas). Pero no he viso perfiles de psicólogos que hayan puesto sus servicios en función de la comunidad mística y esotérica.

Tal vez uno de los motivos para esto ha sido la dificultad tan grande de discriminar a nivel profesional donde termina el delirio, la alucinación y la fantasía, y donde comienza la "comunicación" con lo divino. En cierto sentido, es muy frecuente encontrar a psicólogos que se definen como religiosos o como católicos, y muy pocos que se definen como místicos... al menos abiertamente.

Mi intención, entonces, es compartir, desde mi vida enlazada a la psicología y al mundo místico; las experiencias que me han llevado hacia y desde el mundo de los Dioses y de los hombres. No pretendo convencer a nadie. La espiritualidad es, en última instancia, una parte que puede o no integrarse en la vida de cada persona. A los Dioses no les importa si crees en ellos. Yo simplemente he decidido creer.

1/14/2016

Querernos primero... no

Una y otra vez nos encontramos con comentarios sobre lo importante que es querernos para poder querer a los otros. Si no nos queremos, aparentemente, tampoco tendremos la capacidad de ver la realidad de forma objetiva. Tal parece que el amor al prójimo es dependiente de cuánto nos amemos. Pero, ¿qué significa amarnos? ¿qué significa querernos primero?

Constantemente estamos llenos de mensajes que nos hablan del amor al ego. En un avión aparentemente primero hay que ajustarse la cámara de oxígeno antes de ponerle la cámara a los menores que viajen con nosotros, por ejemplo. Me pregunto: ¿será que una madre realmente va a colocarse la mascarilla antes que ponérsela al pequeño que ha visto nacer, crecer, educar y amar todos los días? Me parece que muchos responderán que no. Colocamos la vida del otro primero que la nuestra. El amor hacia el otro prevalece.


Jesús dijo que la primera Ley es amar a Dios con el corazón, el alma y la mente; y la segunda Ley es amar al prójimo así como nos amamos a nosotros (Ver Mateo 22:39). El amor hacia uno no es lo primero. ¿Será que el camino de amar a Dios es el camino que nos va a conducir a amarnos? ¿Sólo después que amamos a Dios podemos pensar en amarnos a nosotros mismos?

Y así como Jesús habló, la Diosa también nos habla de que su Ley es el amor hacia todos los seres vivos (Ver la Carga de la Diosa). No es, en todo caso, el amor hacia uno mismo. Sino el amor incondicional hacia la vida y hacia lo que está vivo. Una vez más, ¿dónde se encuentra escrito a nivel de lo divino que tengamos que amarnos primero para poder entonces amar a los demás?

Hace poco leí algo sobre saber cuándo uno ya había llegado al punto de quererse: sé que me quiero cuando pienso en mí y quisiera salir con una persona como yo. La respuesta a esta pregunta me vino demasiado rápido y demasiado fácil. Yo sí quisiera salir conmigo. Sin dudas. Pero eso no quiere decir que alguien más quiera hacerlo. No soy perfecta. Nadie lo es. Y lo más interesante es que no tenemos que ser perfectos. No tenemos que gustarle a todos. No tenemos que vivir trabajando porque los otros nos vean de la forma en que queremos que nos vean. No tenemos que querernos para que esto suceda.

Girl before the mirror, Pablo Picasso (1932)


Sin embargo, reconozco que dosis adecuadas de egoísmo al mismo tiempo nos dan la confianza que necesitamos cuando pensamos que el mundo se nos viene encima, que nadie nos quiere, que somos poca cosa. Claro que, en este nivel, hemos sido nosotros los que hemos permitido que otros dicten lo que tenemos que pensar, decir y hacer. Tenemos entonces que buscar cualquier mecanismo que nos sirva para crecernos como gigantes, esperando que nuestros miedos no sean más grandes que nuestras estrategias.

Por otra parte, entiendo que si no estamos seguros de nosotros, tampoco vamos a tener éxito en nada de lo que hacemos. Nuestras capacidades están subordinadas a la forma en que vemos la vida y en que nos vemos en nuestra vida. El rol protagónico lo aceptamos o no, pero la decisión es nuestra. Nadie nos puede decir si somos merecedores o no de lo que recibimos. Sólo nosotros y nuestro ego.

Dosis. Ese es el desafío. Cómo dosificar las cantidades de amor propio, ego, amor al otro, vulnerabilidad, seguridad, inseguridad. En una conversación con alguien que no conozco en persona, me decía que ella era una persona importante. Cuántos no vemos a diario que tiene la noción de que son las personas más importantes de este planeta y que es un honor para nosotros el haberlas conocido! Demasiados a veces. Me pregunto qué sucedería si de pronto todas ellas se encuentran al mismo tiempo, en el mismo lugar.

Desafortunadamente, quererse a uno mismo representa querer lo bueno y lo malo. Sin embargo, cuando comenzamos a conocer lo malo, ya no nos queremos. Parece que sólo nos queremos cuando vemos la luz que brilla y no la sombra que escondemos. Somos luz y sombra. Somos bien y mal. Nuestra chispa divina es sólo una parte de lo que somos, pero no somos siempre lo divino. Un gran camino hay que recorrer para conseguir ser sólo luz.

Before the mirror, Berthe Morisot, 1890


No se trata entonces de amarnos para poder amar a los demás. El amor es infinito. El egoísmo es igualmente infinito. Los hombres no sabemos de puntos medios. Vivimos nuestra vida buscando el equilibrio y pasamos por él como el péndulo que oscila de uno a otro lado. Desde el lado del altruismo total, al lado del narcisismo exclusivo. No creo que aquellos que se aman más que nadie lo hagan sabiendo de su lado más sensible en unos casos, más vulnerable en otros casos. Nadie que se ame tanto lo hace también amando aquello que no quiere ser y que, sin embargo, es.

Amor tiene que ser amor. A Dios, al prójimo (ya sea del reino animal, vegetal o mineral) y a uno. No se trata de pensar sobre quien debemos amar primero o segundo. Nos perdemos buscando los caminos que nos conducen a amarnos, así como nos perdemos en los caminos del amor al prójimo. Para actuar no hay que discriminar, sólo hay que conocer. Conocernos. Conocer al otro. Saber de nuestra luz y de nuestra sombra. Reconocer que los otros también están hechos de luces y de sombras. Aceptarnos, más que amarnos. La aceptación nos libera. La libertad es lo que nos permite entonces avanzar. No es a través del amor hacia uno que podemos entonces amar a los demás. No es a través del amor hacia los otros que nos amamos más. Es a través de la libertad que nos da el saber quiénes somos y quiénes son los otros y cómo somos en relación a los otros que podemos seguir adelante. El Amor es. Independientemente de si lo tomamos o no. La libertad, en cambio, es un proceso de búsqueda y de creación. No hay nada a lo que pueda aspirar más.

1/06/2016

Nuevos caminos

Muchas veces me encuentro con aquellos mensajes de "para conseguir los sueños hay que tener el valor para dejar lo seguro por lo inseguro". Tal parece que sólo aquellos que consiguen perder el miedo son los que van a salir victoriosos en la lucha por alcanzar lo que se desea. Nos pasamos el tiempo pensando si hemos sido lo suficientemente valientes, si hemos hecho todo lo que podíamos, si la vida que tenemos es todo a lo que podíamos aspirar.

En mi caso, el gran cambio vino por un empujón de los Dioses. Ellos nos hablan siempre, a todas horas, en todo momento. A veces los oímos, a veces no. A veces nos gritan hasta que no nos queda otra alternativa que hacerles caso. Claro, siempre tenemos la opción: podemos escoger nuestro camino, decidir si queremos seguir intentando aquello que, obviamente, no está a funcionar de la misma forma; o, por el contrario, si nos lanzamos al vacío confiando que en el fondo aquella mano que nos está a empujar al precipicio del Loco, nos va a estar esperando. Nuestras decisiones siempre serán nuestras. Si funcionan, si no funcionan. Siempre he tenido claro que los Dioses no pueden ser culpados por las consecuencias de nuestros actos. Nosotros escogimos el camino de seguirlos. Ellos nos aceptan en sus enseñanzas. No siempre son enseñanzas bonitas. No todas nos dejan con sensaciones de bienestar al final del camino. Pero salimos diferentes del proceso.


Foto de la autora

Si hay que tener valor para los cambios, no es tanto para enfrentarnos a ellos sino para aceptarlos y fluir con ellos. Valor para saber que cada acción tiene una reacción, que todo lo que hacemos tiene consecuencias y aceptar esas consecuencias. Colocar en la balanza lo que deseamos y lo que estamos dispuestos a "sacrificar" por conseguirlo, e intentar no perdernos en el camino.

Los Dioses entonces nos llevaron de un país para otro. Nos dijeron: "Es el momento de decidir, y si no quieres decidir ahora más tarde puede que no tengas esta opción". Nos dijeron: "Ahora es cuando tienes que confiar y dejar el mundo que conoces por uno que no conoces, que puede que creas conocer pero no conoces". Nos dijeron: "Ahora o nunca".Y nosotros escuchamos. Decidimos escuchar. Y nos fuimos.

Dejamos los mares por las montañas. Dejamos nuestros espacios sagrados para comenzar a crear nuevos espacios sagrados. Para comenzar a construir un nuevo Templo. Nuestros Dioses nos trajeron al corazón del Dragón. Al mundo de los duendes. A los misterios de la tierra. A aprender de las entrañas y multiplicar las energías por mil. Lo que en el norte se sentía como una ligera brisa, en el centro del mundo se siente como un huracán que, si no se controla, puede barrer con todo.

Foto de la autora
Por primera vez sentí la vivencia de la tierra hacia la cual los ancestros se viraban para pedir protección, la Madre. La abrumadora magnitud de la montaña que intimida y al mismo tiempo te desafía. No para conquistarla. Sino para comprenderla, aceptarla y amarla. No queda otra opción que amarla. Preguntándome a cada momento si esto es lo que los Dioses quieren que aprenda. Sabiendo que no es lo único que me toca aprender. Es la sensación de antes de entrar al agua, tienes que probar su temperatura, familiarizarte con la fuerza de las olas, para luego poder sumergirte. Pensar en cómo esta analogía algún día la aplicaré a la tierra. Sin dudas, este no es el fin.


Nuevos caminos son derivados de nuevas decisiones. Los desafíos son para personas que confían. Pero no son fáciles. Es basar la vida en nuevos comienzos. Intentar no partir de cero para unos. Aceptando tener que comenzar desde el inicio para otros. Arrastrar a la familia a los nuevos proyectos o crear una nueva familia. Conocer nuevos amigos. Crear una nueva familia espiritual. Extrañar. Vivir la energía del lugar. Dudar. Aceptar. Saber que los mismos Dioses que nos trajeron, lo hicieron porque ya han leído las páginas finales del libro que estamos escribiendo y saben, Ellos saben. Amar esa sabiduría, seguirla y compartirla con los que quieren saber. Creo que por eso estamos aquí. Para a través de la transcendencia de la tierra, comprender los misterios sagrados de la luna y las estrellas, los misterios de la muerte y el inframundo. Entrar en los recintos sagrados del Dios que da y quita la vida, y entregarnos a Él.